Antes del derrumbe del mercado inmobiliario en el 2008, solo unos
cuantos se atrevieron a señalar que pronto la economía colapsaría. No es
que estas personas fueran adivinos o tuvieran una especie de habilidad
como profetas; simplemente miraron más allá que los demás. Los datos
estaban ahí a la vista de todos y es como se dieron cuenta que la banca
apalancó la economía desde el último estallido logrando otro auge con un
crecimiento principalmente en base al mercado inmobiliario, pero al
final como otro castillo de naipes se derrumbó. Por su parte, antes del
estallido los medios se mofaron de quienes advirtieron de la avaricia
que sostenía este mercado supuestamente inquebrantable.
En términos concretos el gobierno estadounidense reconoció que estaba
en la peor crisis después de la gran depresión meses posteriores de
haber estallado. Ben Bernanke quien en ese momento estaba al frente de
la Reserva Federal en su infinita sabiduría como banquero central no vio
venir el monstruo que ellos mismos habían creado e incluso gurús de las
inversiones de la talla de Warren Buffet tampoco advirtieron al
respecto.
Como mencioné en la anterior entrega de esta serie, las medidas
adoptadas para salvarnos momentáneamente de este desastre financiero,
fueron una nueva burbuja de recuperación
que ya muestra deterioro 8 años después desde la última crisis, y una
vez más las cifras son alarmantes en el sistema financiero para quien
quiera mirar el panorama completo, más allá de los datos convencionales
con los que se nos intenta vender una opinión optimista como por ejemplo
el desempleo.
El portal de Internet Soveringman nos muestra algunos números interesantes para considerar:
En el 2008 gran parte de la calamidad fue causada por la implosión en
los préstamos de alto riesgo en el mercado de la vivienda, los créditos
aunados a tasas de interés bajas, fueron otorgados a personas con
ingresos sumamente limitados y que no podían pagar un préstamo ya que a
los bancos se les ocurrió la maravillosa idea de hacer estos préstamos
tóxicos con el dinero de otra persona, “algún idiota” como ellos mismos
los llamaban.
El mejor ejemplo probablemente fue el estadounidense Johnny Moon, un
hombre sin hogar que no tenía ingresos y empleo estable, pero aún así
fue capaz de pedir prestado más de $600,000 dólares y especular en el
mercado inmobiliario.
El valor de todos los préstamos impagables juntos fue la asombrosa
cantidad de 1.3 billones de dólares, sin embargo, la lección sigue sin
aprenderse.
En el año 2016, en lugar de prestar dinero a los compradores de
vivienda de alto riesgo, el sistema financiero está prestando dinero a
los gobiernos en quiebra, e incluso con las tasas de interés negativas
están pagando a los gobiernos que piden prestado, por ridículo que
suene.
Como sabemos, Japón es quien lidera este experimento, teniendo mas de
200% de deuda comparada con el PIB, destinando el 25% de los ingresos
fiscales para pagar los intereses de la deuda y tiene la capacidad de
pedir prestado durante 10 años a una tasa de interés negativa.
Por supuesto, afectando a los ahorradores que tienen como garantía
perder su dinero por el hecho de tenerlo en el banco, lo que lo hace una
locura total.
El problema es que el tamaño de esta burbuja, es la impresionante cantidad de 7 billones de dólares, siendo catalogada en proporciones aún más épicas que la burbuja subprime del 2008, haciéndose más grande día con día.
El problema es que el tamaño de esta burbuja, es la impresionante cantidad de 7 billones de dólares, siendo catalogada en proporciones aún más épicas que la burbuja subprime del 2008, haciéndose más grande día con día.
Sin lugar a dudas afirmar que esto terminaría diferente sería completamente ilógico y estúpido.
En el 2008 la deuda pública de Estados Unidos era de 9.5 billones de
dólares. El balance de la Reserva Federal se situaba en 850 mil millones
de dólares y las tasas de interés se encontraban por encima del 4%. Así
que por lo menos tenían cierta capacidad para responder ante una futura
crisis, reduciendo tasas de interés y usando herramientas
convencionales de política monetaria.
Hoy en día, la deuda de Estados Unidos supera los 19 billones de
dólares, muy por encima del 100% del PIB; lo que quiere decir que tienen
que pedir prestado sólo para pagar los intereses, y cuentan con fondos
de pensiones al borde de la bancarrota.
El balance de la Reserva Federal se ha disparado a 4.5 billones de
dólares, y las tasas de interés están apenas por encima de cero. En este
momento el gobierno prácticamente no tiene medios para rescatar a
nadie, incluso a sí mismo. La FED tampoco tiene la capacidad para
imprimir más dinero y ampliar su balance sin provocar una crisis
importante de divisas.
En términos simples, las burbujas son mucho más grandes que nunca
antes y el sistema financiero no tiene suficiente capacidad para luchar
contra otro debacle, como incluso ya lo ha admitido el Banco de Pagos
Internacionales.
En resumen la comparación entre 2008 y 2016 es la siguiente:
En resumen la comparación entre 2008 y 2016 es la siguiente:
A pesar de los datos, algunos personajes cínicamente intentan vender
optimismo, como el presidente de la Reserva Federal de Chicago Charles
Evans quien recientemente dijo: “esperamos que el crecimiento
de 2016 sea del 2 a 2.5 por ciento y creo que los fundamentos económicos
son realmente muy buenos para el futuro”
¿Macroeconómicamente hablando tiene sentido su afirmación? La respuesta es no, lo único que muestra crecimiento es el mercado bursátil, mientras las expectativas del crecimiento del producto interno bruto estadounidense se han ido deteriorando.
Fuente: Zero Hedge
¿En términos de microeconomía? Tampoco, se puede
observar en este otro gráfico las bajas expectativas de beneficios
empresariales del importante S&P 500 y aún careciendo de todo
fundamento continúa alcista.
Fuente: Zero Hedge
¿Y qué hay del mercado de bonos? Un rotundo no.
Fuente: Zero Hedge
Para entender porque hizo tal afirmación seguramente la respuesta es
que el presidente de la FED de Chicago, tuvo una mediocre educación en
sus múltiples posgrados y saca conjeturas optimistas en base a la
irracional alza del índice S&P500.
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